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Escrito por hector luis manchini  
Jueves, 10 de Julio de 2014 13:44
vamos argentina

Necesitábamos ese triunfo y por ello es que la gente se volcó a las calles de todo el país olvidando inseguridades, carencias, broncas para abrazarse después de demasiado tiempo de preocupado aislamiento con el otro, su compatriota, su hermano, el que viaja en el mismo barco, con las mismas tormentas, en los mismos malos tiempos, pues súbitamente, luego de 120 minutos de sufrimiento intenso, los buenos vientos disiparon las nubes grises que nos amenazan cada día y un cielo radiante, celeste intenso y un sol tibio como nunca, nos anunciaban que al fin se nos daba una buena, que un grupo de guapos, en arisco suelo brasileño, conducidos por el león Mascherano nos volvía a colocar en lo más alto, en la cima.

Todo tiene que ver con todo, y esa excepcional reunión espontanea de argentinos que no dejaban de cantar y agitar banderas con los colores patrios sin un incidente, sin una confrontación, mostraba que podemos volver a tirar lado a lado hacia adelante, que somos un pueblo de buena gente, que amamos el país que nos tocó, a pesar que tantas veces han intentado dividirnos.

Dirán que sólo fue un partido de fútbol, que falta la final, que es una exageración extender tal desborde de alegría coincidente a los asuntos de todos los días, pero los que piensan así se equivocan, porque los hechos que generan los grandes cambios son como el resultado del partido Argentina/Holanda, aparentemente triviales que en verdad no lo son, que al provocarse el gran encuentro interminable sucedió la magia de darnos cuenta que todos somos uno, que las diferencias desaparecen y que ciertamente juntos somos mas.

Lo cierto es que nadie fue contratado para hacer número en la celebración, que espontáneamente el pueblo salió de sus casas a gritar ¡Argentina! como hacía tiempo que no se hacía, reapareció la sonrisa, la esperanza, porque esta Nación despertó de un largo letargo, y libremente sin que ningún amo lo ordenara, sumó a la conmemoración de país independiente la gloria de sabernos triunfadores.

Un grupo de atrevidos connacionales, en un simple partido de fútbol, nos devolvió la esperanza, nos demostró que con ganas, y limpiando la maleza, los sueños de las grandes cosas se harán realidad, dejando todo en la cancha de la vida los días felices volverán a ser