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Escrito por hector luis manchini  
Martes, 25 de Marzo de 2014 15:51

La vida es una bella aventura cuando se desarrolla en paz, sin violencia ni temores, cuando hombres y mujeres pueden disfrutar de una realidad plena y sin sobresaltos, cuando sus esfuerzos son justamente recompensados, su libertad no se encuentra coartada de manera alguna, cuando la vida y bienes se encuentran rigurosamente resguardados, cuando no tienen que preocuparse por la violencia y la inseguridad, cuando la droga está lejos de la vida de sus hijos, cuando los delitos aberrantes están ausentes en el tiempo y lugar que les ha tocado.


La vida es una pesadilla cuando el robo, la violencia, la muerte están acechando apenas se sale a la calle por las tareas cotidianas, cuando en cada esquina hay un malandra dispuesto a agredirte a saquearte y a quitarte la vida simplemente porque ese día se levantó con ganas de pegarle unos tiros a algún "chabon".

La vida es dramática cuando al acudir a tus actividades, en la calle, te convertis en un blanco movil e indefenso porque la seguridad, la policía, los agentes del orden, están ausentes para atrapar al delincuente que te ataca y golpea sin límites ni piedad porque sabe que su violencia quedará impune ya que jamás será atrapado, que es un fantasma del mal que cuenta sin dudar con la omisión cómplice del Estado que lo deja hacer lo deja pasar, y que siempre llegará cuando seas cadaver o se hayan llevado hasta la cucha del perro.

La vida es imposible cuando por esas cosas del azar los encargados de cuidarte atraparon al que te robó, violó, saqueó y sometido a la justicia fiscales y jueces garantistas lo dejan en libertad, porque en ultima instancia el que te golpeó hasta la muerte para sacarte el celular o abuso de tu hija menor de edad, actuó de tal manera por tu culpa porque vos y la sociedad de la que formás parte no le dieron la oportunidad de integrarse, de incluirse, no tuvo la contención indispensable y por ello hay que darle otra oportunidad a tu costa.

La vida es una locura cuando te hartás de tanto insensatez, del desatino institucionalizado y ciego de ira y de dolor intentás hacer justicia por mano propia, de concretar el ojo por ojo y diente por diente.

La vida es resignación cuando desistís de tu arrebato vengativo, te abrazas con tus seres queridos y luego de todo el llanto de bronca y la noche de sueño inquieto volvés a levantarte a las seis en punto para ir a ese trabajo de monedas por tu familia, por los chicos, porque hay que seguir.