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Escrito por hector luis manchini  
Lunes, 25 de Marzo de 2013 16:44

En su primer mensaje a la humanidad el Papa Francisco afirmó que poder es servir. Este concepto define con exactitud la acción de todo aquel que ejerce un cargo que le otorga la potestad de decidir respecto de la vida de otros en sus aspectos más diversos.

Así un juez tiene el poder de hacer justicia y lo realiza cuando da a cada uno lo suyo en tiempo y forma. Allí sirve al justiciable llevando a cabo su rol de la manera que es debida.

Por el contrario no lo hace si dilata el trámite del expediente, mira para otro lado, dispone medidas impropias, cajonea la causa, favoreciendo al amigo, a la autoridad, al amo y así, por omisión, consagra la impunidad mediante la prescripción (extinción de la acción penal por el paso del tiempo).

En tal caso su acción no ha servido al fin de la justicia y de la sociedad que no es otro, en cada caso, que desentrañar la verdad real de lo sucedido y castigar al culpable. Esto es, en el supuesto descripto, el juez no ha utilizado su poder para servir a la comunidad a la que se debe sino para servirse a si mismo.

Igual situación se da cuando los legisladores omiten dictar leyes sustanciales para la vida de la gente relacionada con la salud, la educación, la seguridad, etc., ya sea por simple negligencia o para beneficiar intereses particulares, ajenos a los requerimientos y necesidades del pueblo que representan y que en última instancia no son más que sus apoderados, sus dependientes, a los que se deben al tiempo de ejercer el poder.

Que decir del titular del Ejecutivo y sus Ministros, la Sra. Presidenta y el Sr. Gobernador cumplen con su rol, sirven a sus mandantes, trabajando para concretar el bienestar general y no lo hacen cuando gobiernan atendiendo a los intereses privados o de sus amigos y referentes, para enriquecerse, sin atender jamás sincera y ampliamente el clamor del pueblo que es relegado a posiciones cada vez más humillantes adoptando medidas incomprensibles que paulatinamente los va llevando a la miseria más infame, al hambre y la enfermedad.

Aparece oportuno señalar aquí la mención del Papa Francisco cuando señala que la soberbia ensucia la vida, destacando el que escribe que la soberbia califica a la mayoría de todos aquellos que tienen poder, en este desafortunado país, sin darse cuenta por ciegos que ese pedacito de potestad que hoy ostentan no es nada, que no sólo no es una virtud sino un defecto que los empequeñece que pone de manifiesto la mediocridad que exhalan por todos los poros y que los transforman en individuos sin grandeza, muy lejos de la angustiante realidad que viven sus compatriotas.

En suma el tiempo que vivimos exige a los poderosos del mundo y en particular de nuestra Argentina Patria, resignar la soberbia, despertar del mal sueño y comenzar a ejercer el poder que les fue delegado sirviendo generosa y plenamente al pueblo todo que le ha tocado guiar y satisfacer sus necesidades sin distinciones y en libertad.