Decidir bajar la edad que habilita a votar a las autoridades que se van a ocupar de los destinos de la Nación y las provincias hasta los 16 años en la medida que involucra a niños, debe estar precedido de un estudio serio y minucioso de las ventajas que tal decisión determina tanto al menor como a los intereses de la nación en cualquier campo.

Ello porque es un tema donde no se puede decidir con prisa pues pues los 16 años de edad es un tiempo de formación de la personalidad, de adquirir conocimientos, de preparación física e intelectual para la etapa adulta, extremadamente compleja y plena de inseguridades que deben ser superadas en el ámbito escolar.

A modo de ejemplo señalo que en rigor, 14 países sobre 195 relevados en todo el mundo habilitaron el voto para menores de 18 años. Y sólo en diez casos el voto es optativo desde los 16. Según los especialistas, en la Argentina el voto es siempre obligatorio –sólo se exime de sanciones a los mayores de 70–, por lo que la propuesta de hacerlo voluntario antes de los 18 debe ser examinada con extrema seriedad (www.lanacion.com.ar del 05/09/12).

Si no se ha investigado sobre el tema, no se ha acudido a la legislación comparada, no existen informes de especialistas que nos digan sobre las bondades y sólo se la trata de imponer con fines meramente electoralistas es absolutamente irresponsable avanzar en ese proyecto pues se estaría utilizando al niño como un objeto en función de intereses de políticos con un afán de poder que no tiene límites.

No es un dato menor poner de manifiesto que la Convención de los Derechos del Niño incorporada a la Constitución Nacional por el art. 75  in. 22  prescribe en su artículo 1ª que " Para los efectos de la presente Convención, se entiende por niño todo ser humano menor de 18 años de edad, salvo que, en virtud de la ley que le sea aplicable, haya alcanzado antes la mayoría de edad."

Así los menores de 18 años son niños y por serlo no pueden participar en la elección de las autoridades del país salvo que se dicte una ley que expresamente disponga que en Argentina la mayoría de edad comienza al cumplirse 16 años de edad. Tal decisión generaría infinidad de daños colaterales.

Además como lo señalan los especialistas los jóvenes de hoy tardan más en llegar a la madurez que en generaciones anteriores. Asumir responsabilidades y saber enfrentarse a las dificultades de la vida, se muestra cada vez como algo más difícil de encontrar.

En suma no hay que poner el carro delante del caballo, si se decide que los niños de 16 años tengan la facultad de votar previamente deben resolverse las dificultades que hoy, por las deficiencias del sistema, lo tornan en un individuo extremadamente vulnerable y el proyecto no aparece como una herramienta tendiente a beneficiar a los niños sino  como un medio mezquino -junto con el adoctrinamiento en las escuelas - para que los dueños del poder consigan mantenerse en el mismo de manera abusiva.