El yacimiento Vaca Muerta ubicado en territorio neuquino y considerado uno de los más importantes del mundo en reservas de gas y petróleo, parece haber sido uno de los elementos determinantes para que la Sra. Presidente Cristina Fernández tomara la decisión unilateral de expropiar YPF con lo cual al poseer la mayoría de las acciones se ha convertido en una S.A. con participación mayoritaria del Estado Argentino.

El pueblo está viviendo una algarabía similar al tiempo en que se anunció la guerra de Malvinas. Una desgracia anunciada y manifiesta pues el simple sentido común señalaba que debía seguirse el camino diplomático, procurar un acuerdo y no llevar a soldados niños a una batalla que aún cuando se triunfara en un primer intento tenía sellada la derrota y la muerte de inocentes valientes pues era manifiesto que con determinación y coraje no era suficiente para enfrentar a el imperio ingles y aliados como E.E.U.U.

La soberbia, intereses oscuros este arrebato insensato alentó la tragedia y mientras el desatino murió anciano y en una cama tibia, los soldados niños dieron su vida congelados por un frío insoportable, sin equipo ni alimento adecuado. Se los sacrificó inútil y dolosamente.

Hoy como ayer me atreví a comentar en un lugar público que esta decisión inconsulta, improvisada, arbitraria acabaría con el aislamiento de Argentina del resto del mundo, que no teníamos dinero para saldar los juicios de expropiación que se nos vienen encima, que se aumenta al límite la desconfianza del inversor extranjero, que era una medida política contradictoria con el riguroso control de importaciones para lograr un puñado de dólares.

Hoy como ayer recibí el insulto como respuesta, se cuestionó mi falta de patriotismo, que al fin se había acabado la humillación, que nuestras riquezas se la llevaran extranjeros que nos robaban, que habíamos vencido, que YPF era Argentina.

Allí apareció el recuerdo de Malvinas, los mismos argumentos, los mismos agravios, la misma intemperancia.

Sin duda me hubiera gustado que YPF nunca hubiera sido privatizada, pero ayer como hoy el hombre de a pie nada puede hacer para evitar que gobiernos con mayoría legislativa adopten la medidas más atroces como lo fue en su momento el obsequio a los privados de áreas estratégicas como la explotación del gas, del petróleo o los ferrocarriles.

Prácticamente agotado el petróleo y el gas de nuestro subsuelo, vamos más allá hay miles de millones de barriles de petróleo y reservorios de gas que duermen muy profundo y serán extraídos por prácticas no convencionales, esto es el fracking que utiliza como la minería a cielo abierto en Río Negro substancias altamente contaminantes, cancerígenas, toda el agua potable que sea posible, con técnicas costosísimas que requieren miles de millones de dólares que el Estado Nacional y Provincial no tiene.

Me tildarán de antipatriota, de negativo y traidor. En verdad no me importa, como en el caso de Malvinas, la solución debió venir mucho tiempo antes, evitando el abuso de las empresas privadas, con control riguroso, desprendiéndose de cada corrupto que se beneficiaba con esa sensación de río revuelto que siempre acompañó la explotación de petróleo y gas en Argentina al menos desde el 2003 en adelante.

Aunque tarde la negociación era de rigor. Quedarnos con lo nuestro sin litigio, sin generar hostilidad y desconfianza.

No, el triunfalismo ligero se anotó otro punto. Los funcionarios no responderán de las deudas y pérdidas de este acto y su peor secuela, el aislamiento internacional con sus patrimonios, seguramente saldrán de esta más ricos que antes mientras el pueblo profundizará su pobreza.