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Escrito por hector luis manchini   
Lunes, 06 de Febrero de 2012 15:26

Porque no me enyenan con cuatro mentiras

los maracanaces que vienen del pueblo

a elogiar divisas ya desmerecidas

y hacernos promesas que nunca cumplieron.

(El orejano - Serafin Garcia - Uruguay)

Acabo de recibir de un amigo vía mail el chiste que sigue: “Un día, mientras caminaba por la calle, un dirigente de un importante partido político es trágicamente atropellado por un camión y muere.

Su alma llega al paraíso (se cree que por un error) y se encuentra en la entrada a San Pedro en persona.

Bienvenido al paraíso. -le dice San Pedro- Antes de que te acomodes, parece que hay un problema. Verás, muy raramente un alto político ha llegado aquí y no estamos seguros de que hacer contigo.

Lo que haremos será hacerte pasar un día en el infierno y otro en el paraíso, y luego podrás elegir donde pasar la eternidad.

Y con esto San Pedro acompaña al político al ascensor y baja, baja y baja hasta el infierno.

Las puertas se abren y se encuentra justo en medio de un verde campo de golf.

A lo lejos se ve un club y de pie delante de él están todos sus amigos políticos que habían trabajado con el, todos vestidos con traje de noche y muy contentos.

Corren a saludarlo, lo abrazan y recuerdan los buenos tiempos en los que se enriquecían a costa del pueblo. Juegan un agradable partido de golf y luego por la noche cenan juntos en el club con langosta y caviar. Comparten la noche con hermosísimas y liberales jovencitas.

Se encuentra también al Diablo, que de hecho es un tipo muy simpático y se divierte mucho contando chistes y bailando. Se está divirtiendo tanto que, antes de que se de cuenta, es ya hora de irse.

Todos le dan un apretón de manos y lo saludan mientras sube al ascensor.

El ascensor sube, sube, sube y se reabre la puerta del Paraíso donde San Pedro lo esta esperando.

Ahora es el momento de pasar al paraíso,- le dice.

Así que el político (inescrupuloso, ciertamente), pasa las 24 horas sucesivas pasando de nube en nube, tocando el arpa y cantando.

Antes de que se de cuenta, las 24 horas ya han pasado y San Pedro va a buscarlo.

-Ya has pasado un día en el infierno y otro en el paraíso. Ahora debes elegir tu eternidad. - Le indica San Pedro.

El Hombre reflexiona un momento y luego responde: - Bueno, el paraíso ha sido precioso, pero creo que he estado mejor en el infierno.

Así que San Pedro lo acompaña hasta el ascensor y otra vez baja, baja, baja y baja hasta el infierno.

Cuando las puertas del ascensor se abren se encuentra en medio de una tierra desierta cubierta de mierda y desperdicios.

Ve a todos sus amigos vestidos con trapos, recogiendo los desperdicios y metiéndolos en bolsas negras.

El Diablo lo alcanza y le pone un brazo en el cuello.

-No entiendo, -balbucea el político-. Ayer estuve aquí y había lindas mujeres, un campo de golf y un club, y comimos langosta y caviar, y bailamos y nos divertimos mucho.... y...y...ahora todo lo que hay es un terreno desértico lleno de porquerías..., y mis amigos parecen unos miserables, agrega.

El Diablo lo mira, sonríe y dice:

Ayer estábamos en campaña. Hoy... ¡ya votaste por nosotros!”

 

El ocurrente chascarrillo es excelente y en su desarrollo y remate juega con el político como todos ellos juegan con el pueblo al que llenaron de promesas de grandeza y bienestar general y luego que fueron elegidos para los cargos que juran desempeñar con lealtad y patriotismo, olvidan sus alegadas y maravillosas propuestas obsesionándose por el beneficio propio, de sus amigos y parientes gobernando en pro del malestar general.

Por eso es justo afirmar que la clase política carece de integridad, esto es de coincidencia entre su discurso de barricada preelectoral y su acción decepcionante cuando ejercen el poder.

Los valores que fijaron como meta de sus decisiones cuando tuvieran el timón, al conseguir su objetivo se devalúan y así pierde valor la honestidad, el honor, el respeto por la palabra dada, la independencia en la acción y tantos otros que son reemplazados por una particular apreciación de la lealtad, esto es que los múltiples beneficios que implica involucrarse en la cosa pública, lejos del empobrecido populacho engañado por el falso decir del político de turno, quedan limitados a una reducida elite de adulones que harán u omitirán en ejercicio de su rol ,de manera estricta y rigurosa, sólo aquello que el amo ordene y que jamás coincidirá con las pretensiones del hombre común, ese que ingenuamente los votó.

No dudo que existe esa mesa de entradas del destino de las almas y cuando llegue el momento, la chanza que dio inicio a esta nota se hará realidad y al político que le toque recibirá el justo castigo a tanto decir solapado

Última actualización el Lunes, 06 de Febrero de 2012 21:15
 
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