Hace unos días vi una notable película titulada "Historias cruzadas". El tema del film se centra en la relación de convivencia de negros y blancas en Misisipi, E.E.U.U. de Norteamérica en la época del asesinato del presidente John. F. Kennedy.
Sintetizando, en la historia que allí se narra aparece expuesto magistralmente que todos los derechos eran de los blancos y las obligaciones de los negros. Los primeros viajaban en lujosos autos y ostentaban suntuosas mansiones,  mientras los segundos se trasladaban en transporte público colectivo y diferencial para retornar de un largo día de servicio a su casa pobre, donde la carencia estaba presente en cada rincón.

El asesinato de un negro se perdía en el olvido de tribunales, la corrupción del blanco era un hecho habitual que carecía de trascendencia, sin mérito para ser investigada y eventualmente sancionada por jueces y jurados.
Me hizo recordar a lo que sucede en mi país. Los políticos, los representantes del pueblo, sus amigos y parientes gozan de todos los privilegios y el acceso a la riqueza. La clase gobernante y sus afines son los que de la noche a la mañana aparecen exhibiendo relevantes fortunas, se conducen en lujosas camionetas -siempre 4x4, full plus, XLT, obviamente importada- las lujosas viviendas que sean menester, abultadas y secretas cuentas bancarias en el extranjero, retribuciones en todos los colores, esto es blanco, negro, gris pero siempre percibida en verdes, todos intocables por la justicia (téngase presente, que en el  nuevo Código Procesal Penal del Neuquén los funcionarios, -un privilegio más- no reciben el mismo trato que el común de los mortales, ellos a diferencia del hombre de a pie, no son sometido a juicio por jurados).
Además de la aristocracia política y sus amistades de cualquier tipo y nivel que gozan de los privilegios reseñados más arriba, la sociedad se integra con el hombre común, el que se levanta muy temprano y llega muy tarde a su hogar luego de trabajar duro, normalmente en dos empleos y alguna changa, para alcanzar la mísera retribución que le permite darle alimentación y cobijo a la familia y acudiendo al noble Hospital Público cuando sucede la enfermedad, viajando en colectivos repletos, sin chistar no vaya ser que una queja llegue a los oídos del amo y pierda desde el trabajo hasta la pizca de dignidad que aún sus mandatarios le permiten ejercer.
Así es, aunque los discursos digan otra cosa, con otros matices la relación entre gobernantes y gobernados, es idéntica en su esencia a la que cuenta la excelente "peli" con la que topé casualmente Unos toda la impunidad y la riqueza, los otros un pasar silencioso para evitar problemas y todo el esfuerzo para ganar las monedas que le permitan llegar a fin de mes.
Finalmente destaco que los dueños del poder son siempre los mismos, se suceden generación tras generación en el uso y disfrute de los privilegios al que jamás accederá el hombre común que rechaza cualquier tipo de sumisión, que siempre acaba con la pérdida de la libertad en el más amplio sentido. Algo así como venderle el alma al diablo.