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Dialogando con Alberdi PDF Imprimir E-mail
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Escrito por hector luis manchini   
Sábado, 14 de Enero de 2012 09:31
alberdi juan bautista rheredia

- ¡Hola Juan! que gusto encontrarte!, te andaba buscando para preguntarte sobre algunos temas que me inquietan.

- ¡Hola Miguel! es un placer verte. Vos sabes que estoy a tu disposición y podes preguntarme lo que te plazca.

- Sabes viejo, aunque le doy vueltas y vueltas no entiendo este asunto de la política

- Mira Miguel, el primer deber de la política será el mantenimiento y conservación de la Constitución. Es el culto de la honradez y de la buena fe, la política clara simple de los hombres de bien y no la política doble y hábil de los truhanes de categoría.

- Claro Juan, claro, pero como me podes explicar la tan mentada civilización política.

- Miguel, la civilización política de un país está representada por la seguridad de que disfrutan sus habitantes, su barbarie consiste en la inseguridad o lo que es igual, en la ausencia de libertad de ser desagradable al que gobierna sin riesgo de perder la vida, el honor, los bienes.

- Todo bien Juan pero los que gobiernan y muchas veces nos someten con rigor han sido individuos elegidos por el pueblo con sensatez.

- Amigo, ¿Pueden ser llamados sensatos los que entregan sus destinos de ciudadanos y de padres de familia a un puñado de pillos? ¿Pueden ser sensatos los que se dejan gobernar por locos y truhanes?

- No voy a negarte Juan que se aceptan muchas decisiones que se asemejan a resoluciones de dictaduras extravagantes para mantener la paz, para evitar conflictos.

- Nada que ver, la paz sólo viene por el camino de la ley. La Constitución es el medio más poderoso de la pacificación y del orden. La dictadura es la anarquía constituida y convertida en institución permanente

- Sucede Juan que cuando acudimos a la justicia en reclamo de nuestros derechos afectados por decisiones arbitrarias, nos topamos con sentencias irrazonables que ratifican el acto de gobierno contrario a derecho.

- Querido Miguel, La propiedad, la vida, el honor, son bienes nominales cuando la justicia es mala. No hay aliciente para trabajar en la adquisición de bienes que han de estar a la merced de los pícaros. La Ley, la Constitución, el gobierno, son palabras vacías si no se reducen a hechos por la mano del juez que, en último resultado, es quien los hace ser realidad o mentira

- Bueno pero al menos podemos vivir en libertad.

- No sé Miguel, la verdadera libertad, es la libertad libre, es decir no monopolizada en provecho de uno sólo -hombre, clase o partido-. Ella, la libertad auténtica, como el Evangelio, dice al hombre libre "Ama la libertad de tu semejante como tu libertad misma."

- Coincido con vos Juan, realmente admito que tus afirmaciones traducen una claridad poco común. Ahora bien ¿Cómo se logra un gobierno independiente y libre?

- Miguel, la independencia y la libertad consisten en el gobierno del país por el país, pero la porción del país que en vez de gobernar por sí se deja gobernar por la menos digna y capaz, abdica su libertad en peores manos que si fuesen extranjeros.

Abdicar su libertad, no es abdicar una actitud superflua, abdicar su libertad es abandonar su parte de poder en la gestión y gobierno de sus intereses de familia, de ciudad, de patria. Es abandonar las garantías y seguridades que protegen su honor, su dignidad, su fortuna, pues esas garantías no consisten en otra cosa que en los derechos y facultades que tiene de intervenir en la formación del gobierno, en la dirección de la política, en las grandes determinaciones relativas a la paz, al impuesto y al gasto público, etc.

La porción del país que abandona todo eso a los mismos hombres que ella mira como los más despreciables e insensatos, da una prueba de ser ella misma más insensata que los locos, menos digna de ser libre que los más viles esclavos

- Apreciación indiscutible Juan, pero aparece un interrogante ¿Qué papel cumple en el desarrollo y destino del país la Constitución Nacional?

- La Constitución Nacional es la carta de navegación de la Nación Argentina. En todas las borrascas, en todos los malos tiempos, en todos los tramos difíciles, la Nación tendrá siempre un camino seguro para llegar a la salvación, con sólo volver sus ojos a la Constitución y seguir el camino que ella le traza para formar el gobierno y para reglar su marcha. Debe destacarse que las constituciones son decretos de los Congresos, y los Congresos de hombres no tienen la facultad de aquel que dijo" Hágase la luz y la luz fue". Las Constituciones Argentinas serán sentencias en que el desierto, el atraso y las cadenas sean condenadas a desaparecer, pero la ejecución de esas sentencias será obra de muchas generaciones, porque no hay Congreso humano que pudiera racionalmente esperar resultados de decretos que concibiesen " Desde la sanción de esta ley quedan abolidos el desierto, el atraso del pueblo y la pobreza del país".

- Volviendo al asunto de la libertad ¿Cómo se logra ser libre?.

- Miguel, Si queremos ser libres, seamos antes dignos de serlo. La libertad no brota de un sablazo. Es el parto lento de la civilización.

La libertad no es la conquista de un día, es uno de los fines de la humanidad, fin que jamás se obtendrá sino relativamente porque la libertad jamás falta a un pueblo de una manera absoluta, y si le faltase absolutamente, perecería, porque la libertad es la vida, la libertad no es impaciente, es paciente, porque es inmortal, es sufrida porque es invencible.

- Perfecto Juan, pero la democracia republicana no aparece como la forma de gobierno adecuada para concretar todo aquello de lo que venimos hablando.

- Querido amigo, Para todos los sistemas tenemos obstáculos, y para el republicano representativo tanto como para otro cualquiera. Sin embargo, estamos arrojados en él y no conocemos otro más aplicable a pesar de nuestras desventajas. Ahora bien, debe señalarse que la forma de gobierno es una cosa normal, un resultado fatal de la respectiva situación moral e intelectual de un pueblo y nada tiene de arbitraria y discrecional, pues que no está en que un pueblo diga ¡quiero ser república!, sino que es menester que sea capaz de serlo.

Por otro lado, bajo la democracia, todo debe penetrarse de su espíritu: Literatura, arte, lengua, costumbres, usos, trajes, todo debe ostentar un modesto nivel, una cristiana y filosófica armonía.

- ¿Y cómo juega la soberanía del pueblo en el sistema adoptado por nuestra Constitución?

- El fondo de la democracia reside en el principio de la soberanía del pueblo.

La democracia es la soberanía del pueblo. Que la soberanía del pueblo sea inviolable y santa, y nada importa que el pueblo llame al cuerpo o al individuo que le represente rey o gobernador, es una cuestión de nombres, cuestión pueril, indigna de una política sabia.

- Es cierto, pero muchas veces invocando la soberanía del pueblo se han cometidos atrocidades.

- La soberanía del pueblo, Miguel, es el poder colectivo de la sociedad, de practicar el bien público, bajo la regla inviolable de una estricta justicia.

Así, el pueblo no es soberano sino de lo justo. El pueblo no es soberano de mi libertad, de mi inteligencia, de mis bienes, de mi persona, que tengo de la mano de Dios, sino que al contrario, no tiene soberanía sino para impedir que se me prive de mi libertad, de mi inteligencia, de mis bienes, de mí persona.

Cuando el pueblo o sus representantes, en vez de llenar este deber, son ellos los primeros en violarle, el pueblo o sus representantes no son criminales únicamente, son también perjuros y traidores

- Otra cuestión que me preocupa Juan es la confusión de los gobiernos en la distribución de la riqueza.

- La Constitución Argentina es la primera que distingue la riqueza de la Nación de la riqueza del Gobierno y que mirando a la última como rama accesoria de la primera, halla que el verdadero medio de tener contribuciones abundantes, es hacer rica y opulenta a la Nación. La Constitución Argentina coloca la Nación primero que el Gobierno.

- Finalmente Juan, se que estás muy ocupado y yo un tipo lleno de interrogantes, pero como última pregunta quisiera que me digas ¿Cuál es tu idea sobre el futuro de nuestra Patria?.

- Sin duda Miguel, nos resta una gran mitad de nuestra emancipación, la mitad lenta, inmensa, costosa. La emancipación íntima que viene del desarrollo inteligente. La edad de oro de la República Argentina no ha pasado, está adelante, está en la perfección del orden social. Nuestros padres no lo han visto, nuestros hijos la alcanzarán un día, a nosotros nos toca abrir la ruta. Tal es pues la misión presente.

- Chau Juan, gracias por la charla, nos vemos

- Chau amigo, un abrazo, no te preocupes, saldremos adelante.-

(Fuente: Obras Selectas de Juan B. Alberdi, en www.ningo.com.ar/alberdi1.htm)

Última actualización el Lunes, 16 de Enero de 2012 08:54
 
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