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Escrito por hector luis manchini  
Miércoles, 06 de Noviembre de 2013 19:09

El 11 de junio de 2013 el Juez Ríos a cargo de la causa "ANGELES", llevó a declarar testimonialmente a su despacho a todos los propietarios del inmueble donde tuvo lugar el atroz crimen de Ángeles Rawson.

El asesinato por sus características de extrema violencia no pudo pasar desapercibido por los consorcistas en un inmueble con paredes de papel y donde el sonido de una moneda al caer al piso del pasillo se escucha dentro del departamento cercano.

No obstante las declaraciones fueron uniformes, ninguno de los comparecientes había escuchado nada que le llamara la atención, ningún ruido, un grito o golpes, nada extraño si tenemos en cuenta que el asesinato habría ocurrido entre las 10 y 16 hs del 10/06/2913.

Sucede que ver o saber de un delito es una cosa y contarlo ante las autoridades algo extremadamente distinto por el peligro que tal comportamiento implica riesgo que se acrecienta según la importancia de los personajes involucrados, relevancia del delito, la probabilidad del criminal o cómplices tomen venganza respecto del declarante y su familia.

En una primera visión la actitud de los propietarios de Ravignani 2360 donde vivía la niña asesinada en su propio departamento me pareció de una cobardía inaudita, mas luego de reflexionar aprecié que ver o saber de un delito es una cosa y contarlo ante las autoridades algo extremadamente distinto por el peligro que tal comportamiento implica, riesgo que se acrecienta según la importancia de los personajes involucrados, relevancia del delito, la probabilidad que el criminal o cómplices tomen venganza respecto del declarante y su familia.

Así el 18 de septiembre de 2006, Jorge Julio López desapareció en la ciudad de La Plata, no tenía custodia ni un botón de pánico desde donde enviar una señal de alarma.

López había sido querellante y testigo clave en el juicio que condenó a prisión perpetua al ex represor Miguel Etchecolatz por los crímenes cometidos durante la última dictadura militar (1976-1983). Después de la derogación en 2003, de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, Etchecolatz fue el primer funcionario de la dictadura en ser llevado a juicio. El testimonio de López, que estuvo secuestrado en un campo de detención clandestino dirigido por Etchecolatz, fue fundamental en el proceso que dejó involucrados a más de 60 militares y policías.

El caso todavía no se resolvió. Los Organismos de Derechos Humanos continúan exigiendo su aparición con vida y una investigación exhaustiva que de respuestas a la sociedad y a su familia.

Sus hijos siguen reclamando ante la justicia por los responsables de su desaparición.

Existe el país un plan de protección de testigos que incluye desde botones de alarma hasta cambio de identidad y en casos extremos variación del lugar de residencia en el país o el exterior

En enero, desde su celda donde estaba detenido en la comisaría segunda de Trelew, Bruno Rodríguez Monsalve, de 23 años, vio cómo los policías violaban a un chico. Los denunció. Al día siguiente, una moto de la policía lo atropelló, lo amenazaron. La justicia de Chubut decidió incluirlo en un programa de protección. Lo trasladaron, en secreto, a otra ciudad, y con su testimonio, encarcelaron a varios de los policías, descabezaron la cúpula.

Dos meses después, Bruno volvió a Trelew para realizar unos trámites personales. Sería algo rápido, sencillo. Después, regresaría a la ciudad que nadie en su pueblo conocía.

El 26 de marzo, el cuerpo del testigo protegido apareció en la puerta de la casa de sus padres. Le habían dado tres puñaladas. La familia de Bruno, todavía, no pudo hacer el duelo. El asesinato sigue sin resolverse.

En algunos casos, todo sale bien. En otros, no.

El secreto del éxito de un programa de protección es, justamente, el secreto que lo envuelve miles de veces el plan se cumple a la perfección, en silencio. Otras no. Por un error, una omisión, un detalle extraviado, un testigo puede morir ( Ver Revista Anfibia On Line 05/11/2013)

En suma ser testigo de un crimen en un país que se ha convertido en violento e inseguro, aún cuando se acceda a algún programa de protección, requiere algo mas que superar el natural temor que acarrea asumir tamaña responsabilidad, requiere que el Estado organice programas en la Nación y Provincia de extrema excelencia que brinde seguridad integral al ciudadano valiente que contribuya con su declaración a esclarecer los crímenes más tremendos aunque sinceramente dudo de su éxito mientras exista una justicia sospechable, parcial y sin condenas.