Escrito por hector luis manchini  
Viernes, 06 de Noviembre de 2015 15:41
veronica pelayes

Cumpliendo su trabajo con la diligencia habitual Verónica Pelayes, Oficial de Justicia de Zapala, partió hacia el medio del desierto neuquino a dejar un mandamiento, esto es una orden del Juez a una agrupación mapuche que habita en tierras donde se lleva a cabo una explotación petrolera.

Llegó, bajó del vehículo y al intentar entregar los instrumentos que documentaba lo dispuesto por la Sra. Juez fue apedreada por un grupo de personas que diciéndose ser parte de los pueblos originarios, la agredieron con inusitada violencia.

Corrió subió a su automóvil, mientras las piedras no dejaban de golpear el vehículo, y al procurar arrancar una mujer con una cinta que pasaba por su frente tomando su pelo le arrojó una inmensa roca que rompe el vidrio y destruye su rostro, la mejilla, el ojo, los labios, el corte llega hasta el hueso del pómulo y sangrando copiosamente conduce hasta llegar al destacamento policial.

A partir de allí Verónica, con su cara ultrajada por la violencia criminal ejercida mientras cumplía con su labor cotidiana, pasó mil desventuras físicas y psíquicas, que la llevaron a jubilarse por incapacidad, a soportar la desfiguración del rostro, cirugías ominosas, hasta el juicio.

Antes del juicio Pérez Esquivel, Asociaciones de Derechos Humanos y sindicales, las Madres de Plaza de Mayo presionaron al jurado popular para que la autora del delito no fuera castigada. La política influyó sobre los temerosos miembros del jurado pluricultural y lograron su objetivo.

Las gravísimas lesiones de Verónica en su cuerpo y en su mente provocadas alevosamente por la dama agresora citada más arriba no fueron sancionados como marca la ley.

La condena fue ridícula, daño, que contempla una pena de 15 días a un año.

En el interior neuquino un tribunal presionado, asustado, avaló la lapidación de una mujer mientras ejercía su trabajo y genera el antecedente que cualquiera con poder político suficiente pueda cometer el delito más aberrante que no recibirá la pena que su tremenda acción le impone la ley. Un jurado se encargará de su libertad.

Última actualización el Martes, 10 de Noviembre de 2015 13:04