Ser y deber ser Imprimir
Escrito por hector luis manchini   
Miércoles, 08 de Junio de 2011 22:10

En los últimos tiempos, me ha llamado la atención la enorme diferencia que existe entre los discursos y los hechos, entre los argumentos y las acciones, entre lo que debe ser y lo que es los medios de comunicación nos involucran diariamente en reclamos permanentes de justicia los cuales son en la practica desatendidos o tratados con ligereza.

La justicia no esta relacionada con abogados o profesionales de esa rama sino que se encuentra en la esencia del ser humano como un requisito esencial para su vida cotidiana por ello es que se requiere que aquellos que lo administren o lleven a cabo sean los mejores los mas idóneos aunque normalmente nos topamos con serios reveses en este punto, la justicia es el fundamento de cualquier sociedad civilizada y no consiste en otra cosa que dar a cada uno lo suyo, para lo cual se requiere de los hombres que participan en su ejercicio de prudencia, sabiduría, honestidad y una manifiesta ambición de dar más allá de lo que se puede.

Esto es así pues es inadmisible la convivencia en una sociedad injusta; en una sociedad donde la anarquía o la decisión del poderoso de turno sea la que tenga valor en última instancia; la justicia no admite magistrados sumisos, sometidos, corruptos.

El juez debe ser un hombre, honesto, trabajador, de perfil bajo, con una gran vocación por su labor.

Destaco lo apuntado por haber observado que la desazón o desilusión del pueblo, de la gente que sale a trabajar todos los días en procura de su sustento basa su desesperanza en la ausencia de una justicia, autentica, imparcial, al servicio de todos.

El hombre común presiente que en cualquier circunstancia va a perder. Que no vale la pena reclamar por su derecho, pedir por lo que le corresponde, pues en todos los casos los contactos, las conexiones, las relaciones, transformaran su pretensión en una fantasía, en última instancia en un poco de polvo juguete del viento.

Quizás esté equivocado pero muchos años de trabajo y experiencia y de aprender a conocer a las personas por su idioma gestual, me permite afirmar que hoy vivimos en un país de individuos agobiados, abrumados, rendidos.

Obviamente no existe ningún futuro ni destino para una Nación en esas circunstancias pero ello tiene que ser comprendido por aquellos que tienen el poder, por los que gobiernan, y adoptar aquellas medidas que sean menester para revertir la situación.

El primer eslabón de la cadena es sin duda la educación esta es una cuestión que debe asumirse con extrema seriedad sin un pueblo educado no existe un país con futuro.

Luego de resolver este problema debe pensarse en generar actividades productivas que recepten aquellos que han hecho el esfuerzo de incorporar conocimiento a toda costa, mejorar las condiciones sociales de salud, de seguridad, fundamentalmente como ya he dicho extremar los recaudos para lograr una justicia imparcial, independiente y comprometida con los problemas de todos y cada uno de los individuos que integran el estado.

Parecería que lo expuesto fuera una argumentación utópica o fantasiosa pero en verdad, si no se alcanzan los objetivos indicados no tenemos esperanza, nos habremos frustrado como Nación y como Estado seremos como decía Alberdi almas errantes en la soledad del desierto.

Depende de aquellos que tienen la facultad de adoptar las medidas necesarias que ello no ocurra y la Argentina se convierta en definitiva en ese país maravilloso que soñaron nuestros abuelos, pensaron nuestros padres y nosotros intentamos lograr hasta ahora sin éxito.

Reiterando las expresiones de Alberdi pensemos como el hacia que la edad de oro de la Argentina aun no ha llegado y es nuestra tarea limpiar el sendero de malezas para lograr tan preciado destino.