En el territorio más rico de la tierra vive un Pueblo pobre, mal nutrido y con salarios de hambre. Hasta que los argentinos no recuperemos para la Nación y el Pueblo el dominio de nuestras riquezas, no seremos una Nación soberana ni un Pueblo feliz. Arturo Jauretche

El pueblo argentino era rico. Sus cuantiosos y diversos recursos naturales, una población educada, diseminada en un extenso territorio, con transportes públicos que comunicaban todo el país un nivel educativo de primera línea con Universidades donde acudían estudiantes de toda América hispana, un sistema de salud pública que fue ejemplo en el mundo entre otros bienes y privilegios que confirmaban la manifestación preliminar.

Hoy ese país se debate en la anarquía y la pobreza. Sin educación, salud, seguridad, sin justicia independiente, falta de trabajo, sin viviendas, con hambre. ¿Cómo se explica? ¿Cómo es posible que en casi treinta años de democracia los sucesivos gobiernos de todos los niveles, nacional, provincial y municipal llevaran a la Nación Argentina desde la opulencia en bienes y recursos, de la excelencia en educación y salud al lugar más desesperanzado en el concierto de las naciones?.

Aunque parezca muy complicado encontrar el fundamento de tamaño desastre, la respuesta es sencilla. Los gobiernos que se sucedieron sin solución de continuidad entregaron los bienes y servicios, los valiosos recursos, incluso el elemento humano más distinguido, a empresas privadas, resignando la soberanía aun respecto de bienes que por su importancia estratégica y su especial riqueza, ningún país del mundo lo privatizaría nunca.

En efecto, no existe ninguna nación salvo Argentina que haya privatizado la totalidad del transporte público, del petróleo y el gas. Desde el Reino Unido, Noruega o Canadá hasta las naciones latinoamericanas como México, Brasil, Uruguay y Chile, ni siquiera se han detenido a pensar en tamaño desatino, por razones que van desde la seguridad nacional hasta la enorme relevancia que hoy ha adquirido el petróleo y el gas, requeridos como fuente energética de especial apetencia en el mundo.

Ese petróleo de excelencia obtenido en Neuquén, dormido en yacimientos sin fin no es de los argentinos, es de los extranjeros y los argentinos, nos conformamos con recibir una limosna, increíble pero cierto.

Las orgullosas empresas del Estado: Yacimientos Petrolíferos Fiscales y Gas del Estado fueron entregados por nada a empresas como Repsol, Petrobras (empresa estatal de nuestro hermanos de Brasil), Apache etc., que obtienen lo sustancial de esa riqueza tan demandada como es el petróleo y gas de primera calidad que en un tiempo fue del pueblo argentino que hoy como dicen en las canchas de futbol "lo miran por T.V.".

Que decir del transporte público en general y de los ferrocarriles en particular. Juan Bautista Alberdi señalaba: "El ferrocarril innova, reforma y cambia las cosas más difíciles sin decretos ni asonadas. El hará la unidad de la República Argentina mejor que todos los congresos. Los congresos podrán declararla una e indivisible; sin el camino de fierro que acerque sus extremos remotos, quedará siempre divisible y dividida contra todos los decretos legislativos”.

Los argentinos somos reacios a tomar con seriedad la sabiduría de nuestros grandes hombres y por eso el camino de fierro que unía a toda la Nación un día, el dueño del poder, con la excusa que el tren era costoso, que generaba un déficit intolerable, resolvió con la alianza de políticos y sindicalistas obsecuentes que debía cesar en su noble tarea, así se decidió no sólo la desaparición del servicio en su extenso recorrido sino también que la sociedad toda pagara a los concesionarios por los despojos que quedaron después del saqueo una suma varias veces mayor al supuesto déficit que fue utilizado como argumento para su entrega.

También y con motivaciones similares fueron a parar a manos privadas las empresas de luz, gas, agua y cuanto ente integraba el patrimonio del Estado Argentino, lo cual es absolutamente irracional ya que nadie entrega todos su bienes porque sí, sólo para que privados y un grupo minúsculo de políticos, sindicalistas y empresarios se enriquezcan a costa de un pueblo, que por tales desaciertos quedó sin trabajo, se lo alentó a mendigar hasta la comida de cada día, se lo sometió para que respondan sin chistar el día de las elecciones.

Esto da para mucho más y será materia de otro/s escrito/s sólo expresaré aquí un deseo final: que algún día los responsables de la entrega, los inventores de la coima de rigor, los que empobrecieron a un pueblo rico y lo siguen haciendo, tengan que dar cuentas de sus desmanes, de sus mentiras, engaños, promesas incumplidas, del hambre de un pueblo humillado por el robo sin medida, ya que sin duda no son más que infames traidores a la Patria.

Fuente revista Debate