Sobre trabajadores y paros Imprimir
Escrito por hector luis manchini   
Domingo, 19 de Marzo de 2017 17:45

A veces es oportuno resaltar conceptos que son esenciales en la forma de gobierno republicana como lo es en el caso la educación de excelencia que no se compadece con paros, marchas y prepotencia y sí con esfuerzo docente incompatible con peros y condiciones que le frustren.

Por ello es adecuado recordar que en una sociedad civilizada el diálogo es la manera de resolver los conflictos, esto es llegar a un acuerdo mediante el ida y vuelta de propuestas y reclamos hasta llegar al justo punto que corona una acertada conciliación o avenimiento que permita al país continuar con su actividad habitual esto es clases en los colegios, atención en los hospitales, transporte que lleve a los lugares de trabajo, etc.

En Argentina, en el país de sindicalistas ricos y trabajadores pobres, ese no es el camino, porque los que dicen representar a los trabajadores a la fuerza no conocen otro forma de dirimir las controversias que no sea mediante marchas que impiden la libre circulación de los ciudadanos que intentan laborar duramente para mantener a sus familias y lograr el bienestar de si mismo y de su prole y paros que causan un gran daño a la Nación toda pues nadie va a invertir un peso en fuentes de trabajo genuino donde están a merced de la decisión sindical.

Esto implica que los dirigentes gremiales que habitan en majestuosas mansiones, viajan sin pudor, restricciones temporales ni vergüenza, acompañados de exuberantes secretarias siempre jovenes y bellas, que conducen en autos de alta gama y son heredados en el arte de la presión, la amenaza y la falta de respeto de los derechos de aquellos que se levantan cada día a dar lo mejor a su prole, por hijos y allegados que constituyen castas contrarias a la democracia republicana, alentando la violencia social e impidiendo la gobernabilidad poniendo palos en la rueda una y otra vez para que el orden que con mucho esfuerzo hacen los gobernantes luego de la terrible década enterrada que nos dejó al borde del abismo, a punto de ser Venezuela o Cuba, actuando como izquierdistas de derecha, sin voluntad ni capacidad para lograr el justo salario, el bienestar general, ya que saben perfectamente que los paros y las marchas jamás han conseguido beneficios para los trabajadores sino que han impuesto - arrasando con los derechos de todos los que no participan del quiebre institucional - el barullo, la prepotencia para no perder los privilegios mal habidos por el apriete brutal.