Alberdi la democracia y la libertad Imprimir
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Escrito por hector luis manchini   
Lunes, 14 de Octubre de 2019 11:49

alberdiEl primer deber de la política será el mantenimiento y conservación de la Constitución; es la política de la honradez y de la buena fe, la política clara y simple de los hombres de bien y no la política doble y hábil de los truhanes de categoría.

La libertad y la seguridad que gozan los habitantes garantizan la civilización política de un país; su barbarie consiste en sancionar al que piensa diferente en tanto ser desagradable al que gobierna puede provocar el riesgo de perder la vida, el honor,el trabajo, los bienes.

En una democracia republicana como la que hoy nos rige es innegociable que el pueblo vote con sensatez, esto es a aquel político que honre a la Constitución Nacional  que  es el puerto seguro que siempre nos protegerá de cualquier borrasca y  superar los malos tiempos.

Así no pueden ser llamados sensatos los que entregan sus destinos de ciudadanos y de padres de familia a un puñado de pillos ¿Pueden ser sensatos los que se dejan gobernar por locos y truhanes? Entre locos que conducen a cuerdos y cuerdos que se dejan conducir por locos, todo el mundo dirá que los locos son los cuerdos y los cuerdos los locos.

¿Queréis gobierno independiente y libre? La independencia y la libertad consisten en el gobierno del país por los más idóneos, los honestos, aquellos que pueden exhibir un legajo incomparable y no un prontuario con imputación de graves delitos, ello sería demencial y  la sociedad  que se deja gobernar por la menos digna y capaz, abdica su libertad en peores manos que si fuesen extranjeros.

Abdicar su libertad, no es abdicar una actitud de lujo más o menos bella, pero superflua; abdicar su libertad es abandonar su parte de poder en la gestión y gobierno de sus intereses de familia, de ciudad, de patria. Es abandonar las garantías y seguridades que protegen su honor, su dignidad, su fortuna, pues esas garantías no consisten en otra cosa que en los derechos y facultades que tiene el pueblo de intervenir en la formación del gobierno, en la dirección de la política, en las grandes determinaciones relativas a la paz, a la guerra, al impuesto y al gasto público, etc.

Los ciudadanos que en el acto eleccionario eligen para ser gobernados a los mismos hombres que ellos miran como los más despreciables e insensatos; da una prueba de ser ellos más insensatos que los locos, menos dignos de ser libres que los más viles esclavos.

Para elegir el camino correcto, los políticos con antecedentes intachables, honrados, honestos son los que deben recibir el voto de los ciudadanos y para apreciarlos se debe ostentar no sólo una buena instrucción sino que es imprescindible ser bien educado.    

Ser instruido no es ser bien educado. La instrucción es sin duda parte importante de la educación. Se puede ser instruido y mal educado. Se puede ser bien educado y escaso de instrucción. Cuál es mejor y más útil al progreso de un país que vive de la ciencia y de la instrucción de otros países, como Argentina; la educación sin duda.


El fruto de la instrucción, es saber escribir y hablar; el de la educación es tener buena conducta. La conducta es más preciosa que la instrucción. El resultado de la instrucción es el saber, los conocimientos; el de la educación es la rectitud, la lealtad, la moralidad, la buena comportación en una palabra.

Esto es lo que falta en Argentina. Los educacionistas, como ellos se llaman, han propagado la instrucción literaria, los libros, las escuelas, las bibliotecas, pero no la educación propiamente dicha; es decir, la conducta, las costumbres, la moral, los buenos usos de la vida social.

Y, ¿cuál es la instrucción que se da? ¿En qué se distingue? Naturalmente, la instrucción que sirve para vivir: la instrucción profesional: Se vive en Argentina de las siguientes profesiones: médico, abogado, clérigo, militar, escritor. Hablo de las profesiones liberales o elevadas y distinguidas. Las otras -el comercio, la agricultura, el pastoreo -son tenidas por bajas y vulgares profesiones, y son, sin embargo las que realmente dan vida y ser a los países de Sud América. Las profesiones arriba dichas son la industria dominante del país; industria estéril, que sólo produce agitación política, revoluciones y conmociones sociales y políticas, hechas para ganar el pan por vía del lucro y la adquisición.

Es necesario en cualquier caso cambiar la tendencia de la sociedad Argentina de elegir caudillos sin reflexionar responsablemente, dejar de votar a candidatos que actúen en beneficio personal en lugar de trabajar por conseguir el bienestar general, valorar objetivamente  la manera de ser y de pensar del candidato, su noción del gobierno, de la autoridad, de la libertad, del orden; su inteligencia, su literatura, la dirección, el punto de mira del orden social y político. 

Cuando no se vota a hombres y mujeres irreprochables se acaba eligiendo a individuos que se aprovechan de los empleos públicos, para hacer fortuna y sustentarse con esa fortuna a países constituidos, para gozar de ella al abrigo de instituciones que han sabido formar otros más fuertes que nosotros, es la tendencia de los hombres públicos en épocas de ruina y de disolución política. En esos hombres ha muerto todo el sentimiento público de patria y de orgullo nacional. Es vergonzoso robar a un país no sólo la fortuna, sino la cooperación y auxilio que se le debe dar para crear las garantías que sin pudor se van a mendigar al extranjero.

Los argentinos  a pesar de haber reconquistado la democracia, debemos crecer con rapidez. Réstanos una grande mitad de nuestra emancipación; la mitad lenta, inmensa, costosa: la emancipación íntima que viene del desarrollo inteligente. No nos alucinemos, no la consumaremos nosotros. Debemos sembrar para nuestros nietos. Seamos laboriosos con desinterés; leguemos para que nos bendigan. La edad de oro de la República Argentina no ha pasado; está adelante; está en la perfección del orden social. Nuestros padres no lo han visto: nuestros hijos la alcanzarán un día: a nosotros nos toca abrir la ruta. Tal es pues la misión presente.(Juan Bautista Alberdi - Obras completas)

Última actualización el Lunes, 14 de Octubre de 2019 12:20